Normalmente yo estoy a favor del consumo. Del consumo
responsable, por supuesto, pues es el descontrolado y sin miramientos el que
nos llevado esta situación. Y no solamente me refiero a crisis económica, sino
a la medioambiental. Por eso la imagen de cabecera del post corresponde a la
película de Lorax.
No voy a entrar a criticar la película. Pero este blog, me
gusta enfocarlo a las familias y a consejos también para los pequeños. No es
mala película para entender que la avaricia desmedida tiene sus consecuencias.
Para los que somos más grandes encontraremos algún mensaje que conocemos y
hemos olvidado, pero es muy simple, pues está pensado para los pequeños.
Es una película recomendable.
Pero de lo que quería hablar es del consumo. ¿Sabemos si
somos víctimas del consumo? ¿Consumimos, o el consumo nos consume? ¿Hasta qué
punto es bueno que consumamos? ¿Necesitamos realmente tanto?
Eres víctima del consumo, cuando crees que necesitas algo
que es innecesario, y padeces por no poder tenerlo, y la causa no es otra que
su valor económico. Este caso es un caso
grave. Pero también somos víctimas si por adquirir productos mejores que si
necesitamos, prescindimos de otros que también necesitamos, y podríamos tener
ambos si nos diéramos cuenta que no necesitamos que el primero sea mejor, sino
adecuado a nuestra necesidad.
Tenemos un problema si no sabemos reconocer un capricho
permisible, de uno no permisible. Cuando el consumo de cosas innecesarias nos
hace perdernos cosas más importantes. Cuando nuestra economía sufre, pero no
podemos prescindir de marcas. Cuando creemos que algo es mejor simplemente
porque es más caro o de una marca concreta sin haber analizado si es mejor para
nosotros.
Pues en todo esto consiste el consumo y sobretodo la
publicidad, en atacar los instintos más básicos y elementales. Hacernos sentir
bien con objetos que no necesitamos, o que nos hagan creer que el placer esta
donde no es.
La felicidad de la vida se mide por el número de buenas
experiencias, no por el de pequeños objetos.
Tenemos que llegar a un punto en el que seamos capaces de
poder ver si realmente necesitamos cierto producto, si realmente nos es útil, y
lo más difícil es no mentirnos a nosotros. Tampoco hay que ser víctima del
ahorro. No se trata de vivir como un monje. No podemos perdernos buenos
momentos por ahorrar.
El gran problema es la fuerte publicidad, que nos pueden
hacer creer cosas que ni nosotros mismos creeríamos capaces de creernos.
También es cierto que hay quien se cree cualquier cosa. Tenemos que ser más
críticos. Rechazar lo que no se ajuste a nuestro nivel de vida real (no al
creado falsamente). Comparar productos para descubrir lo que es bueno, y no
guiarnos solo por el nombre.
Tampoco debemos comprar lo más barato, solo por ahorrar. El
producto se debe ajustar a nosotros. No nos ajustemos nosotros a la moda.
¿No habéis tirado alguna vez algún objeto casi sin usar? ¿O
sin darle el rendimiento apropiado? ¿Habéis considerado el impacto económico y
medio ambiental de esta actitud?
Si el mundo para funcionar tiene que tener empresas que se
dediquen a comercializar productos innecesarios o que duran menos de lo que debería,
tenemos un problema grave. El modelo económico no está bien desarrollado y solo
lleva a crisis económica y a la larga a una crisis medio ambiental.
Solo hace falta que nos demos una vuelta por Google con la búsqueda
“países vertedero”.
Piénsalo bien, no solo tu economía se resiente al no
consumir de forma inteligente, sensata y ajustada a tu realidad. También se resiente
nuestro mundo.
Si el ecologismo te importa una eme, hazlo por tu bolsillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario